MARGE: (Canta Blowin’n in the wind).
“¿Cuántos caminos debe un hombre recorrer para que puedan llamarlo un hombre?”
HOMER: Siete.
LISA: No, papá, es una pregunta retórica.
HOMER: ¿Retórica, eh?… ¡Ocho!
Uno de los más notables fenómenos relacionados con el ejercicio de la mendacidad, como reseña Bonfiglioli, es el sin número de deliberadas mentiras que nos contamos a nosotros mismos, a quienes, de entre todas las personas, somos a los que menos esperamos poder engañar. Y eso que desde la partícula más pequeña a la inmensidad del universo, pasando por la zona azul donde aparcar, podemos explicarlo casi todo.*
(*Utilizo la primera persona del plural, pero en referencia a la humanidad, no a mí como un señor particular.)
Pobres. ¿Pero por qué nos asustan los cambios si pertenecemos a la generación que los provocó?
Llevamos años posponiendo las urgencias para mañana (que es como todos sabemos, otro día). ¿Por qué cambiar? Rodeados de individuos que incitan a las mismas ganas de cambio que supuestamente condenan, corremos —al mismo tiempo y de manera paradójica— el riesgo de no poder parar de cambiar (algo que Apple ha convertido en modelo de negocio).
En un país con una clase política en peligro fatal por culpa del estreñimiento, necesitamos reflexionar sobre estos tiempos de exceso de información. El periodismo contemporáneo se convierte en esa lluvia fina que va calando, en el norte lo llaman “txirimiri”, aquí lo conocemos como “hipocresía”.
No hay nada peor que el olor execrable de la gente infeliz.
Desde la invención de la imprenta*, hemos leído de izquierda a derecha y de arriba abajo. Pero eso ya no es así. Conscientes de que nuestra mente ya no funciona de manera lineal, hay quien ha encontrado nuevos escondrijos donde guarecerse. Es difícil escapar del conocimiento, a menos que sea usted lector del “Marca”.
*(Quizá cabe señalar que Thomas Hobbes en el siglo XVII afirmaba que “La invención de la imprenta, aunque ingeniosa, no es nada comparada con la invención de las letras”).
Eructar con energía, de vez en cuando, suele ser la aproximación más determinada de un individuo medio a la ciencia en su forma práctica. La teórica es otra cosa. Del acercamiento teórico se encargan los conferenciantes. Gente sin posibles, pero de notable formación (de la que presume en sus paredes) a quienes atribuimos la tarea de explicar el trabajo de otros sobre preguntas que ellos no se hicieron y que en su mayoría, por triste que resulte, siguen sin resolverse.
Independientemente de si es cierto o no que el alcohol mejora la escritura, (en mi caso, al menos, ha mejorado en alguna ocasión la lectura) me atrevo a pedirle:
CAMBIE.
O quédese como está.
Pero no moleste.
Sobre el autor
Periodista, Fundador de Animal Media y Director de Animal Maker, delegación española de Maker Studios. Síguele en @garridocoronado.
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