Hoy en día debemos estar permanentemente actualizados. La cuestión es cómo hacerlo. Profesionalmente hablando, el mundo se esta dividiendo entre makers y managers. Los makers requieren un alto nivel de especialización y tienen que desarrollar hard skills, es decir, conocimiento aplicable y específico. Estos expertos deben actualizarse permanentemente formándose en los avances que se van produciendo en los diferentes campos tecnológicos o técnicos. Los managers, en cambio, necesitan desarrollar otro tipo de habilidades, las llamadas soft skills, ya que sobre todo deben ser capaces de gestionar a los especialistas.
Voy a centrarme en estos últimos, los gestores. Los que tienen que coordinar los diferentes niveles y disciplinas de especialización. Precisamente en el entorno digital esto es muy evidente, ya que aquí a la gran mayoría de managers no se le pide que sean expertos en digital, sino que sepan tomar decisiones sobre lo digital. Por ello, los gestores necesitan ante todo soft skills. Y no solo deben desarrollarlas, sino que tienen que ser muy buenos en ellas. ¿Por qué? Porque en un mundo laboral, que ante todo requiere operatividad, las multinacionales tenderán a aligerar sus estructuras sustituyendo a los managers –que toman decisiones sobre decisiones previamente tomadas– por makers que asuman aspectos específicos de los proyectos.
La labor de los pocos managers que queden será coordinar a esos especialistas y ello requerirá mucha mano izquierda porque cada especialista piensa que lo suyo es lo más importante.
Entonces, ¿qué debemos hacer para entender esas soft skills que nos ayudarán a desarrollarnos profesionalmente? La respuesta es leer. Sí, leer mucho sobre ello, ya que la lectura nos aporta conocimiento y experiencias y también nos hace ver puntos de vista diferentes y, sobre todo, nos ordena las ideas. Pero la cuestión es que no es suficiente. Leer libros está muy bien, pero no es suficiente lectura. Me refiero a que, para desarrollar apropiadamente las soft skills, hay que aprender a leer otra cosa que no son libros. Hay que aprender a leer a las personas.
Las personas no tienen portadas atractivas, tienen postureo que intenta atraer a lectores o proteger las inseguridades del contenido. No tienen páginas, tienen vivencias que conforman su propia trama vital. No tienen palabras impresas, tienen gestos y conductas que hay que descifrar.
Si realmente queremos desarrollar habilidades relacionadas con las personas, debemos comprenderlas porque quien comprende a las personas, comprende el mundo.
La mayoría de los problemas del trabajo están relacionados con la percepción de intencionalidades que no existen en realidad, o con no comprender la agenda personal del otro, o con que la convertimos en una agenda oculta para protegernos.
Si somos capaces de comprender, de empatizar con los demás, seremos capaces de manejar las situaciones, sea una reunión, una negociación o un intento de motivar al equipo.
Dice Seth Godin que las empresas están llenas de termómetros, gente que te dice qué temperatura hace, y que lo que faltan son termostatos, gente capaz de cambiar la temperatura.
Pongo un ejemplo: Hace ya tiempo que, cuando me invitan a participar en una conferencia, no pregunto sobre el contenido que quieren que incluya en la charla. En su lugar, hago una sola pregunta: ¿Cómo va a entrar la gente en la sala y cómo quieres que salga?
Cuando trabajas con empresas diversas, detectas enseguida esos “termostatos” y sabes que ellos son los que condicionarán la percepción del proyecto ganando el compromiso del resto.
Las empresas son ecosistemas emocionales, los departamentos lo son y también las reuniones. Ser capaz de leer a las personas te permite sintonizar las percepciones, comprender las motivaciones y alinear a las personas. En definitiva, te permite cambiar el clima.
Pero para ello hay que entrenar y entrenar requiere esfuerzo, concentración y repetición. Leer al otro requiere salirse del “yo” y esto no es fácil porque, reconozcámoslo, solo nos interesa lo nuestro. No es generosidad, no tiene que ver, es sencillamente olvidarse de uno mismo, de nuestras intenciones y nuestros prejuicios, para descifrar a quien tenemos enfrente. Lo otro es como cuando llevamos leyendo un rato y no hemos comprendido nada.
Un antiguo profesor me dijo que la cultura de una persona se mide por el tamaño de su biblioteca. Yo creo que la habilidad social se mide por el tamaño de su vivioteca.
SOBRE EL AUTOR
Eduardo Lazcano es experto y ponente especializado en Comunicación, Transformación Digital y Desarrollo de Equipos. Asimismo, es consultor en desarrollo de estrategias y proyectos de comunicación que trabajan la conexión emocional con el consumidor expresando, definiendo y ayudando a evolucionar el propósito de una marca u organización. Su trayectoria profesional le ha llevado por compañías como Telefónica Móviles España o Pernod Ricard, en ésta última liderando, diseñado e implementado la hoja de ruta de la transformación digital.
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