En tiempos de grandes complejidades y contradicciones, es de gran ayuda simplificar, para decidir y ejecutar. Leía un artículo (A Company Is Only Culture + Capacity) con una idea “alarmantemente simple” que proporciona ese punto de claridad en tiempos de turbulencia: las empresas no son más que capacidad y cultura. Tiene que ver con la relación entre personas y empresas. Todo el mundo habla de agilidad, de cambio continuo, pero nos quejamos de que el sistema no está preparado para esa rapidez y agilidad. Voy por partes.
Hace unos pocos días alguien me preguntaba acerca de los planes y su duración en Foxize. ¿La respuesta sincera? La planificación es trimestral, lo mínimo tolerable para nuestro CFO. “De locos”, pensará más de uno. ¿La clave? Tenemos claro qué queremos ser y cómo queremos hacerlo. Otra cuestión será si acertamos con más o menos precisión.
Foxize ha cambiado mucho. Nació para operar formación presencial en abierto y en su equipo inicial no había ni un solo perfil tecnológico. Hoy, Foxize ya no se dedica a esa actividad, su proa enfila hacia tecnología (SaaS) y datos. De sus dieciséis empleados, cinco son desarrolladores, dos más tienen perfiles analíticos reciclandose aceleradamente hacia “data”, un par más somos capaces de crear tecnología (aunque no tenemos ese rol en la compañía) y el resto, son usuarios digitales avanzados. Si no es así, simplemente no sobrevives en Foxize.
Hay pocos días tranquilos y con la mar en calma. Pero los hay. También encontramos momentos complejos en los que hay que recurrir al para qué y al cómo. Seguimos empeñados en el aprendizaje continuo, aunque nuestra apuesta ha cambiado: antes era más de contenidos, ahora es tecnología (SaaS) y datos. Queremos democratizar el aprendizaje, y la infraestructura y los datos nos lo facilitan.
La cultura, en su forma más básica, es el propósito y los principios operativos por los cuales se logramos nuestros objetivos. Y éstos son muy elementales, pero son los nuestros. Los que acordamos en su día entre los que formamos parte de este proyecto: nos gusta trabajar con autonomía, buscamos el equilibrio entre vida personal y profesional, cada uno es responsable de su trabajo y -como no- queremos seguir aprendiendo. Algo coherente con nuestra actividad, pero no tan obvio al nivel que nos lo aplicamos a título personal. Sí, somos curiosos, inquietos y hasta un poco frikis del aprendizaje continuo.
Desde luego no somos los más listos, pero sí que tenemos alta capacidad de adaptación y una mezcla de intuición y astucia para aprovechar las oportunidades.
El cambio se sigue acelerando y los ciclos de vida del producto se siguen acortando. A pesar de ello sigue habiendo una mayoría de empresas centradas en las capacidades y que se están viendo atrapadas en la ingrata (e inútil) tarea de despedir y contratar nuevas capacidades para cumplir con el contexto cambiante del mercado. Pocas son las organizaciones que desarrollan capacidades para readaptar su fuerza laboral. Pocas son las que tienen la valentía (cultura) y la estrategia clara para dotarse de personas por su agilidad de aprendizaje y adaptabilidad en el lugar de trabajo. Y que, además, acompañan esta visión con un plan de aprendizaje continuo.
El éxito ya no está en la capacidad de producción, si no en la capacidad de la organización para aprender, reorganizar, identificar y responder a nuevas oportunidades y crear valor futuro. Lo que escala no es la capacidad de producción, lo que escala es la capacidad para crear activos digitales. Del cambio de producción escalable, al aprendizaje escalable. Esto, evidentemente, no se improvisa. Se tiene o no se tiene, es la cultura de la empresa.