Richard Gerver es uno de esos activistas que se han propuesto revolucionar el sistema educativo y ha sido asesor, entre otros, de Tony Blair.
Intervino hace poco en El Ser Creativo y contó la siguiente historia:
“Hace poco, mi mujer y yo tuvimos la tutoría de nuestra hija de 13 años. Nos sentamos enfrente del profesor y nos dijo:
-No sabéis la hija que tenéis. Es increíble, a su edad, cómo enfoca los trabajos. ¡Qué visión holística! Es impresionante la multiplicidad de enfoques que les da…
Entonces mi mujer agarró mi mano bajo la mesa y comenzó a apretar hasta que se me retorcieron los tendones y el dolor no me permitió hablar. Me di cuenta entonces de que mi mujer no quería que hablase, porque sabía que sé cómo estudia mi hija. Ella llega de la escuela, sube a la habitación, saca el tema del trabajo, enciende el ordenador, se conecta a 4.000 personas vía redes sociales y les lanza la pregunta.
Entonces, baja las escaleras, se prepara unos Corn Flakes y pone un rato la tele. Después, sube al ordenador, compila la información, la edita, la ordena y termina el trabajo. De ahí la visión holística y la multiplicidad de enfoques. Mi mujer no quería que hablase porque si yo contaba cómo estudia mi hija, el sistema iba a declararla una tramposa cuando en realidad mi hija está desarrollando las habilidades que se le demandan a los profesionales en las empresas…”
Es desoladora la carga de verdad que tiene la historia. La realidad es que todos vemos que se requieren talentos distintos a aquellos en los que nos han formado tradicionalmente, pero es igual de real que seguimos valorando más los antiguos a la hora de reclutar o evaluar el desempeño.
Lo cierto es que no tenemos las agallas de explicitar los nuevos talentos que se han hecho necesarios en los últimos vertiginosos años. ¿Se imaginan reclutar a un tipo porque es muy simpático? ¿O porque cuenta muy bien las anécdotas?
Sin embargo, se nos llena la boca a la hora de pedir profesionales con un gran y activo networking, o a la hora de defender el storytelling como palanca para activar emocionalmente a nuestra audiencia. Pues verán, es que lo primero lo consiguen los tipos simpáticos y lo segundo los que cuentan muy bien las anécdotas. Decía Richard que el problema no es que haya que transformar el sistema educativo, es que hay que reemplazarlo por otra cosa.
Probablemente haya que hacer lo mismo con el sistema de definición, detección, desarrollo, gestión y compromiso con el talento.
Sobre el autor
Profesional de la comunicación, el marketing, los patrocinios, las relaciones públicas y el desarrollo de equipos. Actualmente es Brand Story Director en Deoleo.
Ha desarrollado su carrera fundamentalmente en dos compañías: Pernod Ricard -10 años- y Movistar -7 años-.
Ultimamente está centrado en la transformación digital y en cómo afecta a la comunicación de las marcas, a las organizaciones y a las personas.