Hace tiempo que cayó el mito de la carrera profesional lineal. Esa antigua creencia por la que una persona, en el transcurso de los años, iba avanzando en una misma organización en sucesivos ascensos y cambios, subiendo peldaños, siempre hacia arriba.
No obstante, la realidad de las organizaciones y de los profesionales se impone. La trayectoria profesional se ha convertido en la sucesión de ocupaciones profesionales, con altos y bajos, con proyectos propios o de terceros, adaptadas a situaciones y circunstancias personales, que la persona tiene a través del tiempo. Una trayectoria que implica interpretar diferentes roles en diferentes contextos, actividades y equipos humanos distintos.
El reto, en términos de conocimientos y habilidades, es altísimo. Si ya es misión casi imposible alinear la formación de grado y postgrado con la profesión que tienes o que deseas (“estudia lo que quieras, trabaja donde puedas”), evolucionar en el mercado laboral sin actualización constante es ciencia ficción. Nadie puede sobrevivir sin estar al día, tanto en conocimientos como en habilidades, especialmente en el ámbito digital. Además, el conocimiento tiene mucho que ver con la comprensión del impacto que está teniendo la tecnología en los negocios. Las habilidades, a su vez, hacen alusión a la destreza profesional en el uso de la tecnología.
Partiendo de esta premisa, parece inverosímil que una gran mayoría de profesionales –consciente o inconscientemente– haya decidido dejarse llevar por la inercia. Deambulan como si fueran zombis en el mercado laboral. Y en el momento clave, cuando deberían estar preparados, quizá ya sea demasiado tarde.
Digámoslo alto y claro, estar actualizado no se improvisa. Requiere de grandes dosis de motivación, paciencia y persistencia. Se necesita, en definitiva, de un mínimo de horas anuales para ser un profesional actualizado. Por supuesto, el tiempo destinado a la “puesta a punto” varía en función de cuál sea nuestra situación de partida (analógico, enterado o experto), el rol, circunstancias o sector, que según el caso, requiere mucha más dedicación.
¿Hay alguna manera de saber cuántas horas deberíamos dedicar a nuestra formación? Lo cierto es que no tengo un número exacto, depende de cada caso y perfil profesional. Lo que sí hemos intentado desde Foxize es sacar conclusiones relevantes de los datos estadísticos que nos proporcionan nuestros propios alumnos y clientes. Y hemos comprobado que existe una correlación directa entre el número de horas de formación y la mejora de la nota de los profesionales.
Con el fin de poder valorar cuánto sabe o cuánto ha aprendido un alumno, hemos desarrollado en Foxize una serie de test de conocimientos y habilidades que nos aportan datos concretos, objetivos y, sobre todo, comparables. Gracias a poder medir el impacto de la formación, hemos establecido que hay que dedicar un mínimo de 12 horas anuales a asistir a clase para dejar atrás el nivel analógico y empezar a tener criterio digital. Concretamente, pasaríamos a estar en el promedio de un 4,8 sobre 10.
En cuanto al sistema de valoración, también hay que destacar dos matices importantes. Primero es que los datos corresponden a un período de tres años. Por tanto, la regla es de 12 horas al año, durante tres años.
El segundo matiz tiene que ver con el contexto de la formación. En términos de tiempo dedicado no bastaría con “solo” 12 horas de clase al año. Hay que completarlo con horas dedicadas a la lectura (técnica), asistir a eventos especializados u otras actividades que enriquecen nuestros conocimientos y habilidades como profesionales. Orientativamente, deberíamos añadir 12 horas extra a ese apartado, que en total sumaría 24 horas al año, como mínimo. Y en el caso de profesionales avanzados, a los que se les exige estar actualizados al 100%, doblaríamos el número de horas.
Pero ya sean 24 ó 48 horas de formación anual, creo que es un tiempo de dedicación asumible para cualquier profesional, especialmente si lo comparamos con las 2.000 horas laborales que trabajamos al año. Un escaso 1,2% o 2,4%.
Ahora bien, como todo en esta vida, también es cierto que no es solo una cuestión de cantidad, sino también de calidad. Por tanto, hay ciertas condiciones que le deberíamos pedir a nuestro plan de actualización. Deberíamos asumir como divisa que la “formación se adapte a la persona, no la persona a la formación”. Esto implica ir directo al grano, separando el grano de la paja, y dedicando nuestro valioso tiempo a lo que mejor se adecúa a nuestros intereses, necesidades y bolsillo, en cada momento.
Creo firmemente en que nuestro futuro profesional depende en gran medida de la capacidad que tenemos de estar preparados para poder adaptarnos a las exigencias del mercado laboral. Así que te animo a que dejes de ser un zombie deambulante y que te prepares para los cambios que se avecinan.
Sobre el autor
Albert García Pujadas es CEO y co-fundador de Foxize. Es autor, junto con Aina Fernández Aragonès, del libro “Libres o vasallos. El dilema digital”. Puedes seguir sus artículos en su blog Qtorb. En él habla de la evolución de la sociedad digital, la innovación y su impacto en el marketing y en la vida real.
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Este artículo de Albert Garcia Pujadas forma parte del eBook colaborativo “Empleabilidad en la era digital: Un mapa actual y del futuro del mercado laboral”. En él encontrarás más de 25 reflexiones de profesionales relacionados con el mundo laboral que analizan y explican su punto de vista sobre la “empleabilidad” en la era digital.